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martes, 1 de mayo de 2012

La función de las enzimas en el proceso digestivo - Jaume Queral | Jaume Queral - Naturópata

La función de las enzimas en el proceso digestivo - Jaume Queral

La función de las enzimas en el proceso digestivo.

El proceso que regula nuestra alimentación no depende de uno o dos factores, los dos que todos consideramos como primordiales, como son la calidad de los alimentos que tomamos y la variedad a la vez que el equilibrio en nuestra dieta. Es evidente que estos dos aspectos son muy fundamentales, pero hay otro que quizás tomamos en menos consideración y que es tanto o más importante que los dos anteriores: el estado de conservación de nuestro sistema digestivo.

Muchas veces, la persona puede experimentar trastornos digestivos como sentirse hinchado, flatulencias o pesadez estomacal y preguntarse el porqué, pues su dieta es teóricamente equilibrada. Lo más seguro es que exista alguna dificultad en el aparato digestivo a la hora de absorber y metabolizar los distintos nutrientes aportados por la alimentación, no siendo aprovechadas las cualidades de los alimentos ingeridos.

Cuando esto sucede quiere decir que hay una deficiencia en la cantidad o cualidad de producción de  las denominadas enzimas digestivas. Estas sustancias son cadenas de proteínas de carácter catalizador. Un catalizador, químicamente, es una sustancia que interviene en un proceso entre distintas sustancias, como los alimentos y los ácidos gástricos, con el fin de dar una velocidad a un proceso metabólico de manera que sin su intervención, tal proceso nunca llegaría a producirse. En el caso de la digestión, su función es actuar sobre cada uno de los nutrientes ingeridos, para que sean metabolizados correctamente y redirigidos a las distintas funciones orgánicas de nuestro cuerpo. Los alimentos que ingerimos no podrían ser asimilados por nuestro cuerpo sin la presencia de las enzimas digestivas.

Diferentes tipos de enzimas

Las enzimas no son todas iguales, sino que existen una veintena de enzimas diferentes que aseguran la correcta digestión y posterior asimilación de los diferentes tipos de elementos contenidos en nuestra alimentación. Su presencia se distribuye entre las células existentes en los distintos puntos de nuestro sistema digestivo, a similitud de lo que sería un túnel de lavado, donde, en nuestro caso, los alimentos van pasando por el aparato digestivo y en cada zona, sufren un tratamiento específico. Los puntos de asimilación serían, básicamente, en la boca, donde empieza el proceso digestivo mediante la masticación y la salivación, para continuar luego en el estómago, en el páncreas y finalmente en el intestino delgado.

Existen tres grupos principales de enzimas , conocidos como proteolíticas, lipasas y amilasas.

Proteolítiocas: Son las encargadas de descomponer las proteínas ingeridas para convertirlas en pequeñas cadenas simples, que conocemos como aminoácidos.

Lipasas: Este tipo de enzimas recogen los lípidos de los alimentos, que no son sólo grasas como se las conocen habitualmente, sino que son además las encargadas de funciones vitales como crear reservas energéticas en forma de triglicéridos, garantizar las funciones estructurales fosfolípidas en las bicapas y actuar como reguladora hormonal con la creación de esteroides.

Amilasas: Estas son las enzimas esenciales para una buena digestión y sobre todo para garantizar una buena asimilación de los hidratos de carbono, también llamados glúcidos, que se transforman en energía para nuestro cuerpo.

Qué pasa si no producimos suficientes enzimas

Las consecuencias de una deficiente producción enzimática  con lleva, esencialmente, problemas de digestión. Se vuelve lenta, a veces incompleta (recordemos la definición que antes hemos dado de lo que significa un catalizador) y al no poder completar las funciones derivadas de la digestión, es probable que la asimilación de los alimentos sea deficiente, con lo que entraríamos en un déficit nutricional además de sufrir las consecuencias de deficiencia derivadas de ello.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la comida que ingerimos sólo es aprovechada en parte, ya que hay un porcentaje de ella que no es asimilada y consecuentemente, es expulsada. Ello requiere de un proceso previo de fermentación llevada a cabo por las bacterias que cuidan de nuestro intestino.

En ese proceso de selección y fermentación, también se produce putrefacción y eso genera molestias intestinales como los gases y la sensación de hinchazón y pesadez. Si nuestro nivel enzimático no es el correcto, estos desechos se acumulan y por exceso, pasan a nuestra sangre. El cuerpo entrará entonces en alerta máxima y necesitará hacer un esfuerzo extra para eliminar toxinas. Lo notaremos en forma de malestar general, disfunción de nuestro equilibrio físico e incluso en infecciones que se manifestarán en fiebres generalmente leves.

Y en tercer lugar, una carencia enzimática puede mostrarse físicamente con diferentes síntomas compartidos con otras molestias, como pueden ser la sensación de cansancio, reacciones inmunológicas como alergias e intolerancias alimentarias, y afecciones de tipo CPU (cabello, piel y uñas)

Grupos de riesgo

Son básicamente dos los grupos de riesgo que pueden padecer una deficiencia de enzimas digestivas. La primera sería las personas que presentan intolerancias alimentarias, como a la lactosa, parte glúcida de la leche. Esta intolerancia puede ser heredada o adquirida. En caso de que sea adquirida suele ser por una agresión al equilibrio intestinal. Dependiendo de la edad, la mucosa intestinal puede verse degenerada por virus y bacterias o por tratamientos de quimioterapia, infecciones severas intestinales. Se verán afectadas  enfermedades como hernias de hiato, enfermedad de Crown, colon irritable, etc..

El otro grupo de riesgo, por motivos parecidos, serán las personas de edad avanzada, posiblemente afectadas de enfermedades crónicas intestinales debidas a la edad y al desgaste físico-muscular.

Cómo favorecer la creación de enzimas

Encontraremos fuentes de enzimas digestivas sobretodo en hortalizas y germinados, principalmente de soja y alfalfa. También en las frutas, pero lo mejor es acudir a suplementos dietéticos que favorezcan la digestión, como el carbón activo, o preparados que contengan enzimas digestivas proteolíticas como la papaína y la bromelaína que se encuentran en la papaya o en la piña. Estos productos se comercializan en dietéticas en compuestos muy complejos y adecuados a estas problemáticas.

No obstante, si se notan algunos de los síntomas descritos, el primer paso es acudir a un profesional de la salud para obtener un diagnóstico empírico de nuestra situación de salud y después valorar las opciones naturales que nos ofrece y garantice una recuperación de nuestro estado de salud completo.

 

Jaume Queral
Naturópata



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