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miércoles, 2 de mayo de 2012

Niño jamaicano es atacado por espíritus malignos

http://www.youtube.com/watch?v=xLadl91BQ4E&sns=em


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Ojo con lo que subes a Google Drive... y en general a la 'nube' | Navegante | elmundo.es

Ojo con lo que subes a Google Drive... y en general a la 'nube'

El lanzamiento de Google Drive, el 'disco duro virtual' del gigante de Internet, vuelve a poner de manifiesto los posibles riesgos legales de almacenar archivos en Internet, en la llamada 'nube'. ¿Qué pasa con los derechos sobre nuestro material?

Esta pregunta se la han hecho en el sitio web especializado The Verge. En todos los servicios de almacenamiento en red, como Google Drive, Dropbox o Skydrive, de Microsoft, el usuario mantiene los derechos sobre su material salvo en algunas ocasiones, que cede derechos de uso, modificación, reproducción y distribución del material sobre todo para 'garantizar' el funcionamiento del servicio.

Esta cesión de derechos se produce con la aceptación de las condiciones de uso de los servicios, algo que sucede con el mero hecho de darse de alta en los mismos. En España, la Ley de Propiedad Intelectual establece que para ceder derechos de autor 'inter vivos' es necesario el consentimiento escrito (artículos 43 y siguientes).

"El problema", comenta Carlos Sánchez Almeida, abogado especializado en tecnología y autor del blog Jaque perpetuo, "es que la aceptación se realiza mediante un simple clic, pocos se leen las condiciones de servicio y esto puede generar indefensión al autor".

Condiciones de Google

Así, el recién estrenado Google Drive se acoge a las condiciones generales de Google, bastante generosas a la hora de delimitar la licencia que el usuario concede al gigante de la Red sobre su propio material (vídeos, fotos, textos...).

Las condiciones del servicio de Google dicen, literalmente: "Algunos de nuestros servicios te permiten enviar contenido. Si lo haces, seguirás siendo el titular de los derechos de propiedad intelectual que tengas sobre ese contenido. En pocas palabras, lo que te pertenece, tuyo es". Queda claro que uno retiene la propiedad intelectual de lo que suba.

Sin embargo, al subir contenido a sus servidores "concedes a Google (y a sus colaboradores) una licencia mundial para usar, alojar, almacenar, reproducir, modificar, crear obras derivadas (...), comunicar, publicar, ejecutar o mostrar públicamente y distribuir dicho contenido". "Google", puntualiza, "usará los derechos que le confiere esta licencia únicamente con el fin de proporcionar, promocionar y mejorar los Servicios y de desarrollar servicios nuevos".

En este caso, puntualiza Almeida, lo que plantea el gigante de Internet es "casi un contrato de edición encubierto en forma de términos de uso", por lo que "con arreglo a la legislación de consumo en España se deberia de tomar estas cláusulas como no puestas".

Mientras, la compañía insiste en que "no reclamama la propiedad o control sobre el contenido que el usuario almacena en Google Drive", según una nota, en la que vuelve a defender sus condiciones de uso. "Aconsejamos leer en su totalidad nuestros términos de uso", insiste. "En ellos se especifica que los usuarios que deciden compartir sus archivos con otros, previamente nos han dado el permiso para mostrar esos archivos a otros y gracias a ese permiso nosotros podemos dar la ayuda técnica (alojamiento, almacenamiento, traducción, etc.) y el formato adecuado, en función de las distintas pantallas donde se vayan a mostrar esos archivos", puntualiza.

Otros servicios en la 'nube'

Dropbox es quizá más específico a la hora de subrayar que uno tiene todos los derechos sobre lo que sube a sus servidores. "Usted conservará la plena propiedad de sus pertenencias, no nos atribuimos la propiedad de ninguna de ellas", afirma en sus condiciones de uso. "Las presentes Condiciones no nos otorgan ningún derecho sobre sus pertenencias ni ninguna propiedad intelectual, con excepción de los derechos limitados que son necesarios para administrar los servicios".

Este servicio estima que "es posible que necesite autorización para realizar las actividades que el usuario solicite con sus pertenencias, por ejemplo, alojar sus archivos o bien compartirlos a su criterio", tales como vistas previas de documentos o copias de seguridad. Y este permiso se extiende "a terceros de confianza" a los que subcontratan espacio de almacenamiento, como Amazon. Estas excepciones se mencionan específicamente.

Por su parte, Skydrive de Microsoft también respeta los derechos de autor del material que los particulares suben a la 'nube', con similares excepciones. "Microsoft no reclama la propiedad del contenido que usted proporcione en el servicio, excepto de aquél cuya licencia le haya concedido. El contenido seguirá siendo de su propiedad", se puede leer en las condiciones de servicio de Microsoft.

Asimismo, añade que el usuario "entiende que Microsoft puede necesitar usar, modificar, adaptar, reproducir, distribuir y mostrar contenido publicado en el servicio exclusivamente hasta el límite necesario para prestar el servicio, y por la presente concede a Microsoft estos derechos".

Box tiene unas condiciones de uso similares. "Al registrarse para utilizar los servicios", se puede leer en el texto, "usted entiende y reconoce que Box y sus contratas mantienen una licencia irrevocable, libre de 'royalties', aplicable globalmente, para utilizar, copiar y mostrar públicamente el contenido con el único propósito de proporcionar a los servicios para los que tiene registrado", aunque el usuario "sigue manteniendo todos los derechos de propiedad sobre cualquier contenido que proporcione".

Otros servicios de almacenamiento remoto de datos, como Rapidshare o Minus ni siquiera recogen en sus condiciones de uso apartado alguno sobre los derechos de propiedad de los contenidos, lo que se entiende como que el propietario los conserva todos y no está obligado a ceder ninguno por defecto.

En cualquier caso, Almeida cree que el consejo más efectivo para evitar futuros problemas de propiedad es la realización de 'backups' o copias de seguridad fuera de la Red.



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Evo Morales expropia la filial de Red Eléctrica Española en Bolivia :: Negocios :: Periodista Latino

Evo Morales expropia la filial de Red Eléctrica Española en Bolivia

Se veía venir. Y habrá más, porque el venezolano Chávez, el ecuatoriano Correa y otros 'bolivarianos' del mismo tenor ya han dejado saber que seguirán con entusiasmo la senda antiespañola marcada por la peronista argentina Cristina Kirchner.

El boliviano Evo Morales ha dispuesto la expropiación las acciones de Red Eléctrica Española (REE) en una empresa transportadora de energía en Bolivia y ha ordenado a las Fuerzas Armadas custodiar las instalaciones de la firma.

Desde el Palacio Quemado de la ciudad de La Paz, en un acto del Día del Trabajo, Evo Morales lo ha dejado claro:

"Hoy día nuevamente, como justo homenaje a los trabajadores y al pueblo boliviano que ha luchado por la recuperación de los recursos naturales y los servicios básicos, nacionalizamos la Transportadora de Electricidad".

La nacionalización ejecutada por el indigenista Morales en Bolivia llega justo dos semanas después de que el Gobierno de Argentina expropiara YPF a la petrolera española Repsol.

LA SOLEDAD DEL CONQUISTADOR ACORRALADO

Por su interés, reproducimos el artículo publicado el pasado 30 de abril de 2012 por Guillermo G. Olmo en el diario 'ABC':

1992: España conmemora el V centenario del descubrimiento de América. Se ha convertido en referente para la comunidad internacional por su ejemplar transformación política y su pujante economía.

El mundo admira a esa joven democracia que celebra jubilosa fastos como los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Exposición Universal de Sevilla. Veinte años después, abril de 2012, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner anuncia la expropiación del 51% de las acciones de YPF en poder de Repsol, ignorando las airadas advertencias del Gobierno español.

El conflicto en torno a la petrolera no es el único que indica que España tiene un serio problema con su deteriorada reputación internacional.

Mientras los mercados acosan al cada vez más fatigado Tesoro español, Sarkozy se pasa la campaña electoral francesa poniendo al legado de Rodríguez Zapatero como ejemplo desastroso y el italiano Mario Monti se acostumbra a desmentir los vituperios a las finanzas españolas que la prensa le atribuye.

¿Qué ha pasado en estos veinte años para que España haya perdido su crédito?

¿Cómo se ha convertido un país dinámico y en expansión en otro deprimido y denostado?

Ahora el empeño del Gobierno Rajoy en restaurar el crédito perdido empiza a dar su frutos. Pero esta es una historia que comenzó hace mucho tiempo. Fue en la década de 1990 cuando se produjo el desembarco empresarial español en Iberoamérica.

La prensa económica anglosajona, la misma que hoy lanza saetas envenenadas, lo aplaudía y hablaba de los «nuevos conquistadores».

Atraídos por la facilidad que el idioma común suponía para los negocios, el capital de Telefónica, Repsol, BBVA y otros colosos «made in Spain» hacía el mismo camino que siglos antes las armas de Hernán Cortés y Pizarro.

«Potencia media»

España disfrutaba de una imagen de hermano modélico y dilecto para la comunidad iberoamericana, una imagen construida con mimo gracias a iniciativas como la creación de la Agencia Española de Cooperación Internacional y la celebración de las primeras Cumbres Iberoamericanas.

Parafraseando al historiador Juan Bautista Vilar, se completaba la transformación «de pequeña nación a potencia media».

Pero, paradójicamente, la actividad empresarial coadyuvó a minar ese prestigio entre amplios sectores de una izquierda nacionalista que iba a tomar el control de muchos estados en la región.

Rafael García Pérez, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Santiago, ha señalado que «la adquisición de una posición dominante en los sectores energético, financiero y de las telecomunicaciones por parte de las empresas españolas ha transformado la percepción de España en el continente difundiendo la imagen de "nueva conquista"».

Pedro Pérez Herrero, del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares, cree que España ha pasado de madre a madrastra para las que fueron sus colonias y que desde este lado del Atlántico no se ha atendido «a las reclamaciones de los países latinoamericanos por el trato vejatorio a sus ciudadanos en los aeropuertos españoles y las condiciones de trabajo a las que se ven sometidos muchos inmigrantes en España», algo que para este investigador contrasta con el trato dispensado en América a los españoles exiliados tras la Guerra Civil.

Sin embargo, en los tiempos en los que las cosas iban viento en popa cualquier potencial descontento hacia España quedaba silenciado y su fortaleza disuadía de acciones hostiles como la adoptada ahora por Buenos Aires.

España se comportaba como lo que era, un país competitivo, que invertía en el exterior y que trataba de dotarse de una presencia diplomática acorde con su creciente peso en el mundo.

Con este objetivo, el Gobierno de José María Aznar elaboró en 2000 su Plan Estratégico de Acción Exterior, que, en palabras de García Pérez, buscaba «situar a nuestro país entre las grandes potencias».

Aznar y su ministro de Exteriores, Josep Piqué, se proponían hacer de la cultura y el idioma de Cervantes, junto con el impulso inversor, el vehículo para una mayor influencia en el mundo, prestando mayor atención a la emergente región Asia-Pacífico.

Debilitada por la crisis

La crisis económica y su especial virulencia en España truncaron aquellos proyectos e iniciaron el declive con el que ahora brega el equipo de Mariano Rajoy.

Tampoco ayudó la torpeza en política exterior de los gobiernos de Rodríguez Zapatero. Así llegamos a un momento como el actual, en el que la proliferación de afrentas a España no es casual.

Vicente Palacio, del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, sostiene que «es evidente que nuestra debilidad anima a muchos a clavarnos el aguijón».

Este analista vaticina que a la crisis de Repsol e YPF pronto le sucederán otras: «El Gobierno debe estar muy preocupado por Marruecos, porque siempre ha aprovechado los momentos de debilidad de España para montar cosas como la Marcha Verde, y este es uno de esos momentos».

La competencia globalizada no conoce la compasión. España está en apuros y ahora es una presa fácil y codiciada, lo que amenaza sus intereses.

Como Fernández de Kirchner, otros dirigentes pueden verse tentados a atacar el «eslabón débil» de una Europa languideciente.

Pérez Herrero apunta a otra posible causa para las actuales tribulaciones de las inversiones españolas: «No parece haber una política de Estado con respecto a América Latina. El plan era confiar únicamente en las fuerzas del mercado».

En el vórtice de esas fuerzas, como está comprobando España, hay lealtades que se diluyen. Sirve como ejemplo la tibia respuesta inicial a la petición de solidaridad de Madrid en esta crisis.

Según Vicente Palacio, para el «Tío Sam» esta polémica «no es asunto suyo porque a ellos no les han tocado sus empresas. Además, nos tenían una guardada porque nos convertimos en su gran competidor como inversores en América Latina».

Pero, a pesar del panorama adverso, según un diplomático que prefiere mantenerse en el anonimato, «España no está inerme y puede hacer valer sus argumentos». Se trata de revigorizar la actividad, algo que ya está haciendo el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, y que ha conseguido templar la frialdad inicial de Washington.

Queda mucho por hacer, porque todo pasa por la titánica tarea del saneamiento económico del país, pero el Gobierno está decidido a llevarla a cabo, sea el que sea su coste electoral.

Cuando las cuentas cuadren, el horizonte se despejará, porque, como dice Vicente Palacio, España tiene algo de lo que no muchos pueden presumir, «una elevada presencia, política, económica y cultural en el exterior».

 

 



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J S BACH LARGOS